Page 24 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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Va siendo hora de apearse. Soy el primero en desviar
la mirada.
—Espera —digo, despacio—. Ahora que lo
mencionas, es posible que conserve algún que otro
impulso egoísta, después de todo. Siento cómo
regresan mientras hablamos.
—Era de esperar —dice—. Al fin y al cabo, se supone
que eres incorregible.
—En fin, ¿qué hay que hacer ahora?
—Ya lo averiguarás —dice—. Me llamo Mieli. Ésta es
Perhonen: mi nave. —Traza un arco en el aire con una
mano—. Mientras permanezcas con nosotras,
seremos divinidades para ti.
—¿Kuutar e Ilmatar? —pregunto, nombrando a las
deidades oortianas.
—Tal vez. O el Señor Oscuro, si lo prefieres. —Sonríe.
El recuerdo del lugar al que me transportó antes
consigue que su aspecto se asemeje ligeramente al del
siniestro dios oortiano del vacío—. Perhonen te
enseñará tu camarote.
Cuando el ladrón se va, Mieli se tumba en el nido del
piloto. Está rendida, aunque el informe biotópico de
su cuerpo (que llevaba meses esperándola con
Perhonen) le indica que se encuentra perfectamente
descansada. Pero lo peor es la disonancia cognitiva.
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