Page 759 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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—¿Quién  era  ese?  —preguntó  por  fin  la  vieja


              ingeniera—. Alpash, ¿qué hemos…?



              —No  lo  sé.  Estoy  intentando…  A  todos  los


              puestos, señalad vuestra situación, por favor.


              Se produjo una serie de breves contestaciones de


              los diferentes grupos de la tribu y los militares


              recién  despertados  a  lo  largo  de  la  nave,  y


              Holsten pudo ver que Alpash las comparaba con

              una  lista.  Incluso  antes  de  que  hubieran


              terminado alguien estaba gritando:



              —¡Están aquí! Fuera, fuera. ¡Están dentro!



              —Confirmad  vuestra  posición.  —La  voz  de

              Alpash sonaba tensa—. ¡Lori, confirmad vuestra


              posición!



              —Alpash… —comenzó Lain.



              —Es  mi  familia  —dijo  el  joven  ingeniero.

              Repentinamente  se  alejó  de  la  consola—.  Son


              nuestros  dormitorios.  Están  todos  allí:  mis


              parientes, nuestros hijos.



              —¡Alpash, vuelve a tu puesto! —le ordenó Lain,

              con la mano temblando sobre su bastón, pero su


              autoridad, el peso de su edad y su ascendencia se


              habían esfumado. Alpash abrió la escotilla y se

              marchó.



              —Aquí están —llegó el grito triunfal de Karst por


              las comunicaciones, y luego—: ¿Dónde están las


              demás?







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