Page 764 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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              La guerra en el interior



              Como una  colonia  de hormigas,  piensa  Portia. Sin


              embargo, esto no es cierto, solo es algo que se dice

              a  sí  misma  para  compensar  la  sensación  de


              encontrarse                  en         un         entorno              vastamente


              alienígena.



              Portia proviene de una ciudad que es un bosque,

              repleta  de  espacios  complejos  y  multifacéticos,


              pero las arquitectas de su pueblo han reducido


              esa geografía tridimensional a su propia escala,

              compartimentando  la  vastedad  hasta  volverla


              gestionable,  controlable.  En  este  lugar,  los


              gigantes  han  hecho  lo  mismo,  construyendo


              cámaras  que  para  ellos  quizá  sean  un  poco

              estrechas y constreñidas, pero a Portia la escala


              exagerada de todo ello le resulta amedrentadora,


              un constante recordatorio del puro tamaño y la

              fuerza física de los seres cuasividinos que crearon


              esa  nave  y  cuyos  descendientes  aún  moran  en


              ella.



              Lo peor es su implacable geometría. Portia está

              acostumbrada a una ciudad de mil ángulos, una


              sucesión de muros, suelos y techos colgados con


              todas  las  inclinaciones  imaginables,  un  mundo

              de seda tensa que puede ser desmontado y vuelto


              a       construir,              dividido               y       subdividido                  y


              eternamente rehecho a medida. Los gigantes han

              de pasar la vida entre estos rígidos e invariables






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