Page 201 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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bajaba deprisa. Los dedos se le clavaban en las zapatillas
cuando se le escurrían los pies dentro. Maldijo a los
adolescentes de la zona cuando se encontró, en un tramo
empinado, con gruesas esquirlas de cristal marrón, vestigios
de botellas de cerveza, pero logró abrirse camino.
Aun así tuvo que detenerse después para buscar una
rama rota con la que arrancarse las esquirlas de cristal de las
suelas.
La manta de nubes comenzaba a desvanecerse, de modo
que cada vez sentía más el cálido frescor del sol estival y el
aire frío y seco del mar. Los cuervos estaban más adelante.
No sabía decir por qué estaba tan segura de que la habrían
esperado.
A veces se le entrecortaba la respiración en el arco de la
garganta: áspera, ronca. Pero era el miedo, no la falta de
aliento. Lo aceptó y siguió adelante, tratando de no mirar
demasiado a menudo a la abrupta caída hacia el lecho
rocoso del riachuelo que estaba a un solo resbalón o tropiezo
de distancia.
Incluso hasta se jactó un poco en determinado momento:
al menos había recuperado algo de agilidad. Y jamás pensó
que eso fuera a ser fácil ni de lejos.

