Page 229 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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razones por las que él era un caminante, porque no quería
volver a convertirse en alguien como ella.
—Si Sanderson descubre lo de la cuarentena, si le
descubre a usted, ¿resistirían sus papeles una atenta
inspección, señor Irizarry?
Él se giró sobre los talones, con la boca abierta para
decirle lo que pensaba de su torpe intento de chantaje, pero
luego ella habló:
—Le doblaré la tarifa.
En ese momento, Mangosta le tiró de varios mechones
de pelo e Irizarry se dio cuenta de que podía sentir los
latidos de su corazón, fuertes y rápidos contra su espalda.
Fue a la angustia de Mangosta a lo que respondió, no al
chantaje de la patrona.
—Está bien —dijo—, haré lo que pueda.
Los limazones y las rantas lo colonizaban todo como una
epidemia, expandiéndose desde un único punto de origen,
cuyo paciente cero en este caso era el desgarro en el espacio‐
tiempo por el que el primer limazón entraba retorciéndose.
Se producirían más roturas cuando los limazones se fueran
multiplicando, pero esa primera brecha sería la que se
volvería lo bastante grande para dejar entrar a una ranta.

