Page 108 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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fresco duro de pintura sobre yeso. Ya que todo el


              edificio, exceptuando el fresco, había sido creado a


              partir de una Toma, hubiese sido más fácil fabricar


              un mediatrón en el techo y hacer que mostrase un


              fresco programado, que hubiese podido cambiar


              cada  cierto  tiempo.  Pero  los  neovictorianos  casi


              nunca  usaban  mediatrones.  El  arte  duro  exigía


              entrega  por  parte  del  artista.  Sólo  podía  hacerse


              una vez, y si te equivocabas, tenías que vivir con las


              consecuencias.





                  El  punto  central  del  fresco  era  un  grupo  de


              querubines  cibernéticos,  cada  uno  llevando  un


              átomo esférico, que se dirigían hacia una obra en


              progreso en el centro, una construcción de varios


              cientos  de  átomos,  radialmente  simétrica,  quizás


              un  cojinete  o  un  motor.  Encima  de  la  escena,


              enorme,  pero  evidentemente  no  a  escala,  se


              encontraba  un  ingeniero  de  bata  blanca  con  un


              nanofenomenoscopio  monocular  en  la  cabeza.


              Realmente  nadie  los  usaba  porque  no  daban


              percepción de profundidad, pero quedaba mejor


              en  el  fresco  porque  se  podía  ver  el  otro  ojo  del


              ingeniero,  de  azul  acero,  dilatado,  mirando  al


              infinito como el ojo de hierro de Arecibo. Con una


              mano el ingeniero se acariciaba el bigote. La otra la


              tenía  metida  en  un  nanomanipulador,  y  era


              evidente, por medio del glorioso uso excesivo del


                                                                                                          108
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