Page 256 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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—Llámame pasado de moda —dijo—, pero
cuando dice África, pienso sida y parásitos.
—Oh, no en África Oeste, señor, no en las nuevas
colonias. ¿Le gustaría un tour rápido?
El señor Oremland le dio a Miranda/Margaret
un largo y escrutador vistazo sexual, suspiró,
comprobó la hora y pareció recordar que ella era
un ser imaginario.
—Gracias igualmente —dijo y la cortó.
Justo a tiempo; la hoja de Ginebra acababa de
llenarse. Miranda sólo tenía unos segundos para
cambiar de contexto y meterse en el personaje de
Use antes de encontrarse sentada en un vagón de
primera clase, en un tren de pasajeros de mediados
del siglo veinte, mirando en el espejo a una diosa
de hielo rubia de ojos azules y mejillas altas.
Abierta sobre la mesa había una carta escrita en
yiddish.
Así que esa noche ella era la judía de incógnito.
Rompió la cana en trozos pequeños y los tiró por la
ventana, luego hizo lo mismo con un par de
estrellas de David que sacó del joyero. Aquello era
un racti‐vo total y no había nada que impidiese a
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