Page 432 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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Cuando la voz llamó al vuelo de Hackworth (San


              Diego,  con  paradas  en  Seúl,  Vladivostok,


              Magadan,  Anchorage,  Juneau,  Prince  Ru‐pert,


              Vancouver, Seattle, Portland, San Francisco, Santa


              Bárbara  y  Los  Ángeles),  aparentemente  decidió


              que estaba por debajo de su dignidad, o por encima


              de sus habilidades, o ambas cosas, hablar en corea‐


              no,  ruso,  inglés,  francés,  la  lengua  de  los  indios


              Salish y español en la misma frase, así que se limitó


              a  murmurar  frente  al micrófono  durante  un  rato


              como  si,  lejos  de  ser  un  profesional,  fuese  un


              vocalista  tímido  e  indiferente  escondido  tras  un


              vasto coro.





                 Hackworth sabía muy bien que pasarían horas


              antes de encontrarse dentro de la nave aérea, y que


              alcanzada  esa  meta,  posiblemente  tendría  que


              esperar unas horas más para la partida. Aun así, en


              algún momento tenía que despedirse de su familia,


              y aquél parecía tan bueno  como otro  cualquiera.


              Sosteniendo a Piona (¡ahora tan grande y sólida!)


              con un brazo, y de la mano de Gwen, se abrió paso


              insistente  entre  una  ola  de  viajeros,  mendigos,


              ladrones y empresarios que vendían desde piezas


              de pura seda hasta propiedad intelectual robada.


              Finalmente  llegó  a  una  esquina,  una  zona  que


              estaba libre del flujo de gente y donde era seguro


              dejar a Fiona en el suelo.


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