Page 434 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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Su hija parecía tener una mejor idea intuitiva de


              la  situación;  se  había  despertado  últimamente


              varias veces por la noche quejándose de pesadillas,


              y  de  camino  al  Aeródromo  había  estado


              perfectamente  callada.  Miró  a  su  padre  con


              grandes  ojos  rojos.  A  Hackworth  le  vinieron


              lágrimas a los ojos, y comenzó a gotearle la nariz.


              Se  sonó,  se  puso  el  pañuelo  sobre  la  cara  un


              momento y se recuperó.





                 Luego buscó en el bolsillo delantero de su abrigo


              y  sacó  un  paquete  plano,  envuelto  en  papel


              mediatrónico  con  florecillas  de  primavera


              acamadas  por  una  suave  brisa.  Piona  se  alegró


              inmediatamente,  y  Hackworth  no  pudo  evitar


              sonreír  ante  la  encantadora  susceptibilidad  de  la


              gente menuda ame los sobornos evidentes.





                 —Me  perdonarás  estropearte  la  sorpresa  —


              dijo—, al decirte que es un libro, querida. Un libro


              mágico. Lo he hecho para ti, porque te quiero y no


              podía pensar en una forma mejor de expresar ese


              amor. Y cuando abras sus páginas, no importa lo


              lejos que pueda estar, me encontrarás ahí.





                 —Muchísimas                       gracias,            papá           —dijo             ella,


              cogiéndolo con ambas manos, y él no pudo evitar


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