Page 437 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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clases. Hackworth estaba en la segunda a partir
del fondo, en tercera. Debajo estaba el
entrepuente, que era para tetes que emigraban, y
para las chicas‐celeste, prostitutas del aire. Incluso
ahora, sobornaban a los conductores para venir a
los salones de tercera clase, mirando a Hackworth
y a los asalariados de cuello blanco que solían
viajar de esa forma. Aquellos caballeros habían
crecido en un Dragón u otro, donde sabían cómo
producir un campo artificial de intimidad
ignorándose unos a otros. Hackworth había lle‐
gado al punto en que sinceramente no le
importaba, así que miraba directamente a aquellos
hombres, soldados del frente de varios
microestados, mientras cada uno doblaba
primorosamente su chaqueta azul marino y se
metía en un microcamarote en forma de ataúd
como un soldado arrastrándose bajo un montón
de espino, acompañado o no por seguidores de
campo.
Hackworth se preguntó inútilmente si era el
único de los dos mil pasajeros de la nave que creía
que la prostitución (o cualquier otra cosa) era
inmoral. No se planteaba la pregunta desde un
punto de vista rigurosamente moral, más bien por
triste curiosidad; algunas de las chicas‐celeste
eran bastante atractivas. Pero al meter el cuerpo
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