Page 435 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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agarrarla con ambos brazos y darle un gran abrazo


              y un gran beso.





                 —Adiós,  mi  amor,  me  verás  en  tus  sueños  —


              murmuró  él  en  sus  pequeñas  orejas  perfectas,  y


              luego la liberó, se dio la vuelta, y se alejó antes de


              que ella pudiese ver las lágrimas que le corrían por


              la cara.





                 Ahora Hackworth era un hombre libre, vagando


              por el Aeródromo colmado de estupor emocional,


              y  sólo  llegó  a  su  vuelo  al  participar  del  mismo


              instinto  de  manada  que  los  nativos  usaban  para


              llegar a los suyos. Cuando vio a más de un gwailo


              dirigiéndose decidido en una dirección, los siguió,


              y luego otros empezaron a seguirlo a él, y así una


              multitud de diablos extranjeros se formó entre un


              grupo  cientos  de  veces  mayor  de  nativos,  y


              finalmente,  dos  horas  después  de  cuando  se


              suponía que tenía que partir su vuelo, forzaron una


              puerta y subieron a bordo de la nave aérea Hanjin


              Takhom, que era o no su nave asignada, pero los


              pasajeros tenían ahora una mayoría numérica lo su‐


              ficientemente  grande  como  para  secuestrarla  y


              llevarla a América, que era lo único que realmente


              importaba en China.









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