Page 73 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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cualquier ashanti en la calle. No podía soportar la
idea de estar tan cerca de la seguridad y fracasar.
Dobló la esquina y vio la pared del Enclave
Sendero de cuatro pisos de alto y dos manzanas de
largo, un enorme mediatrón sólido con una puerta
diminuta en el medio. Mao estaba a un lado,
saludando a una multitud invisible, frente a su
mujer de dientes de caballo y su ayudante Lin Biao,
del color de un escarabajo, y el Presidente Gonzalo
estaba al otro lado, enseñando a unos niños
pequeños, y en medio un eslogan en letras de diez
metros: ¡LUCHA POR DEFENDER LOS PRIN‐
CIPIOS DEL PENSAMIENTO MAO‐GONZALO!
Había guardias en la puerta, como siempre, un
par de chicos de doce años con pañuelos rojos en el
cuello, bandas del mismo color en los brazos y
viejos rifles con bayonetas de verdad apoyados
contra el cuello. Una chica blanca rubia y un chico
asiático rechoncho. Bud y su hijo Harv habían
pasado el rato durante muchas horas de aburri‐
miento intentando hacer reír a esos chicos. Nada
servía. Pero había visto el ritual: le cerrarían el paso
cruzando los rifles y no le dejarían pasar hasta que
jurase fidelidad a la doctrina Mao‐Gonzalo, y
entonces...
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