Page 266 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—¿Por qué me llamas eso? Sin duda es bastan‐
te menos que Dios.
¿Pasaría por el Infierno una oleada de dolor al
tiempo que Sean le ofendía? Dios creía que Él era
Dios (aunque no lo hubiera sido en principio), y se
veía respaldado por todo el mundo como prueba...
Nosotros le hicimos Dios, así que Él eligió serlo.
—Tú eres Dios, pero en realidad no conoces...
¡todo el panorama! ¿Qué es ese «Todo»? ¿Lo sabe
él?
(Dios apretaba los labios, como si alguna
prohibición le impidiera contestar a eso.)
—¡En cualquier caso, debes ser el primer Dios
agnóstico, sin duda alguna!
Sean miró a su alrededor. Un pavo real pico‐
teaba el césped, pero luego dejó de picotear y abrió
sus espléndidas plumas en un abanico estremecido
de azules y verdes irisados, vuelto hacia Dios...,
quien sonrió con aprobación. Un cordero blanco se
acercó y baló al ver aquel amanecer súbito de verde
pluma y los ocelos temblorosos que exhibía en
despliegue.
—¿También mis amigos están aquí?
—Cerca de este lugar.
—Llevamos muy poco tiempo aquí, en compa‐
ración con todos los demás, y sin embargo ya he‐
mos muerto dos veces. Ellos pasan muchos años en
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