Page 264 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Es mi placer pasear por este Edén y hablar
con Mis criaturas —observó, a manera de invita‐
ción.
—¿Tienes que alimentarte? ¿Necesitas comer?
—Yo me alimento de todos vosotros, Sean. In‐
cluso de vosotros, los recién llegados —contestó
Dios con una mueca—. Tenéis hambre de energía
cuando despertáis.
Hizo un gesto hacia los racimos que colgaban
de la palmera‐nopal:
—Un Árbol de la Vida.
Arrancó un racimo de uva negra y se la ofreció
a Sean.
La pulpa dulce y jugosa vigorizó a Sean tan
pronto como la probó. Devoró un racimo tras otro,
mientras Dios contemplaba el banquete.
Sean se limpió el jugo de la barbilla.
—Así pues, ¿cómo era este planeta antes? ¿Es‐
téril, sin atmósfera? Es demasiado pequeño para
tenerla, pero la gravedad es más intensa de lo que
corresponde a su tamaño. ¿Cómo has conseguido
eso?
Dios se encogió de hombros, sin perder la afa‐
bilidad.
—No fui yo..., el Todo lo hizo. ¡Qué importa! Se
hizo..., ¡Fiat mundus! Ahora soy yo quien mantiene
este mundo.
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