Page 278 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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el Dios, y el Diablo, incapaz de decirles quién era

               pero, ¿tal vez deseoso de que lo adivinasen?

                      Nadie acudía a reverenciar ni a enfrentarse con


               una masa informe, cuando Dios en persona andaba

               por el mundo. Por eso la catedral permanecía de‐

               sierta.


                      —Detrás del altar —murmuró Sean—. Es posi‐

               ble que exista una cripta debajo de todo esto: el co‐

               razón del mundo. Desea que lo descubramos pero


               no puede expresarse. Todo está ya ex‐presado ahí

               fuera, sacado de nosotros y moldeado según noso‐


               tros.

                      Aquella  caverna  catedralicia  era  quizá  la  pri‐

               mera  proyección,  la  primera  burbuja  de  materia


               metamorfoseada  insuflada  por  Ello  en  el  vado

               exento de aire que originariamente había rodeado


               aquel planeta: un punto de reunión donde Ello ha‐

               bría podido acomodarse con la gente de la Coperni‐

               cus; solo que, a medida que ésta se acercaba a aquel


               sistema solar, el contenido de sus mentes se especi‐

               ficó cada vez más y el Dios quedó prisionero. O no:

               se generó con tal Dios, como un Dios de una espe‐


               cie particular...

                      Llegaron hasta lo que Sean se había empeñado

               en  considerar  un  altar.  Era  una  gran  excrescencia


               porosa de piedra pómez: una esponja de piedra, un

               tumor rocoso vomitado por la garganta de la estre‐

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