Page 275 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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especie  de  sumidero  protoplasmático  y  psíquico.

               Nosotros aún no nos hemos disuelto en él.

                      —¿Y Jerónimo?


                      —A fin de cuentas, Jerónimo cree en Dios.

                      —¿Y nosotros no? —suspiró Denise.

                      —Existe... pero ¿qué es?


                      —Un bulto —dijo Denise—. Eso es lo que va‐

               mos a encontrar en las colinas. Un bulto alienígena

               que da existencia a las cosas que sueña y devora la


               existencia  en  sus  sueños.  Encontraremos  un  algo

               que estaba agazapado ahí desde hacía eones, pero


               que  no  podía  cambiar  nada  ni  crear  nada  porque

               carecía  de  un  modelo.  Hasta  que  llegaron  los  hu‐

               manos. Entonces hizo para ellos un mundo lleno de


               alquimia, a la manera de Knossos. Lleno de sabidu‐

               ría gnóstica, con un Diablo y un Dios. Porque las


               personas  no  saben  arreglárselas  sin  Dios.  El  «te‐

               mor»  es  parte  de  nuestra  programación,  ¿no  es

               cierto,  Sean?,  desde  el  primer  estampido  del


               trueno. Y si hay, como la hay, una Creación sobre‐

               humana,  tiene  que  haber  un  Creador  o  todo  el

               asunto  dejaría  de  ser  lógico.  Pero  en  realidad  no


               existe nada más que un bulto.

                      A Sean le picaba la cabeza y se la rascó.

                      —Si  la  gente  no  puede  arreglárselas  sin  un


               Dios, y si el capitán Van der Veld, tal como fue, era

               su propio Dios para sí mismo..., aunque falso..., en‐

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