Page 274 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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luego se tumbó a dormir en la hierba. Jerónimo
continuó su camino y ellos el suyo.
—¿Era Dios quien controlaba ese leopardo? —
se preguntó Muthoni—. ¿Qué tendrá en contra de
Jerónimo?
—Dondequiera que nos hallemos en este mun‐
do, estamos siempre en el pensamiento de Dios —
dijo Denise con cierta solemnidad—. Debe tener
otros planes para Jerónimo.
Entonces se oyó una voz en el aire:
—En mis pensamientos todo el tiempo...
Fue como un eco, salvo que no había ningún
lugar donde hubieran podido rebotar los sonidos, y
además las palabras no eran exactamente las mis‐
mas.
—¿Habéis oído eso? —preguntó ella.
—Hacia las colinas, de donde viene la sabiduría...
—Eso fue lo que me dijo antes, ¡que fuéramos
hacia las colinas! ¡Dios! —gritó Sean.
Pero no hubo respuesta; aquellas palabras se
las había llevado un soplo de la brisa.
—¡Este mundo es como una inmensa graba‐
ción! Estamos registrados, y Él puede reproducir‐
nos, en cuerpo y alma, desde el Infierno hasta el
Edén. Somos parte de Él, lo mismo que todo lo
demás. Todo está relacionado: las personas, los pá‐
jaros, los peces... Todos se ven atraídos hacia una
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