Page 273 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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thoni, como un niño que busca refugio tras las nal‐
gas de su madre.
El leopardo se detuvo y empezó a andar alre‐
dedor de ellos, entre gruñidos.
Con un esfuerzo tremendo (o así lo pareció)
dominó la agresividad que le empujaba a fruncir el
hocico y enseñar los colmillos; en vez de llevar el
salto a su conclusión habitual w puso a ronronear
estruendosamente, y frotándose como tu gato entre
Muthoni y Jerónimo hizo que el ex capitán fuese
alejándose. Cuando lo tuvo separado del grupo, el
leopardo se alzó sobre las patas traseras, le puso las
zarpas sobre los hombros y empezó a empujarle
pare separarle todavía más del trío. Tras bailar así,
de espaldas con la fiera, durante un rato, Jerónimo
perdió el equilibrio y cayó boca arriba. El leopardo
se quedó a su lado como un perro guardián, tras
haberle olfateado y empujado con el hocico.
—Continuad vuestro camino —lloriqueó Jeró‐
nimo—. El Dios no quiere que vaya con vosotros.
Os esperaré en el lago. ¡Prometed que regresaréis
para buscarme!
—¡Claro que lo haremos! —exclamó Denise.
—Si podemos —añadió Sean en voz baja.
Haciendo acopio de toda su dignidad, Jeróni‐
mo se puso en pie y echó a andar hacia el lago con
pasos decididos. El leopardo le siguió un rato, y
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