Page 227 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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envenenamiento. Que la fiebre infernal había doblegado su
espíritu.
Que en uno de esos días Juan Nachi Cocom me confesó
conocer la causa de la enfermedad, con lo que le conminé a
revelarme sin más tardanza todo lo que supiera, porque tenía
la esperanza de facilitar de esta manera la curación de los
enfermos. Que me obedeció y atribuyó el contagio a las
diminutas moscas que nos habían acosado pocos días antes
mientras pernoctábamos en los cenagales.
Que la fiebre había perdonado solamente a los que no
habían tenido ningún rubor en valerse del apestoso ungüento
que empleaban los indios, mientras que quienes lo habían
despreciado sellaron con ello su propio destino. Que le
pregunté a Juan Nachi Cocom por qué no nos había advertido
a su debido tiempo de ese peligro ni nos había indicado la raíz
del mal al cobrarse la enfermedad sus primeras víctimas. Que
para justificarse nos dijo que en ese momento no había tenido
ninguna idea de la ponzoñosa acción de los insectos y que el
ungüento habría bastado tan sólo para unos pocos. Que, con
todo, su motivo para no contar a los enfermos el origen de su
aflicción era que de inmediato le habrían echado la culpa por
las muertes, lo cual había ocurrido igualmente sin necesidad
de que dijera nada.
Que el indio me rogó que guardara el secreto e incluso
me recompensó por haberlo salvado de los soldados
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