Page 232 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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D Dm mi it tr ry y   G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y                                                                                                                              S Su um me er rk ki i   ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )


           escuchó,  porque  los  demás  aún  tenían  esperanzas  de

           encontrar  el  tesoro,  dado  que,  al  quedar  tan  pocos,  todos

           nosotros nos llevaríamos riquezas en el reparto.



                  Que le pregunté al guía si aún quedaba un trecho muy

           largo,  y  éste  me  respondió  que  no  tendríamos  que  caminar

           mucho más allá, y que pronto hallaríamos un camino por el


           que avanzaríamos con celeridad.


                  Que,  a  partir  de  entonces,  Juan  Nachi  Cocom  estuvo

           siempre junto a mí, y me dejó tan sólo para ir a cazar. Que,


           por  ese  motivo,  caminábamos  juntos  al  frente  de  la

           expedición,  porque  él  tenía  que  mostrar  el  camino,  y  los

           demás  nos  seguían.  Que  ese  silencioso  indio,  por  gratitud,


           empezó a hablar mucho conmigo, me contó la vida de la selva

           y  en  algunas  ocasiones  me  relató  leyendas  de  su  pueblo,

           sorprendentes  y  difíciles  de  comprender  para  un  español,


           leyendas que él conocía bien, aun cuando se hubiera instruido

           en la escuela del monasterio. Que en cierta ocasión, cuando


           los  otros  se  habían  quedado  atrás,  me  preguntó  qué  sabía

           acerca de la Crónica del Porvenir.


                  Que fui del parecer que tan extraña expresión sería fruto


           de un defecto en su español, que el indio hablaba bien, pero no

           sin  ciertas  dificultades.  Que  Juan  Nachi  Cocom,  cuando  le

           indiqué  su  error,  no  se  corrigió,  sino  que  insistió  en  las


           palabras  empleadas  y  me  susurró  que  la  misión  de  nuestra

           partida era adueñarse de dicha crónica, y no de unos tesoros




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