Page 229 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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cambio, habían tenido que contentarse con inútiles
sangrías y paños fríos, que, con el calor, seguramente
perdían todo efecto en cuestión de segundos, y, por otra
parte, el aire húmedo y sofocante de las selvas
tropicales debía de entrar tan sólo a costa de grandes
esfuerzos en sus pulmones inflamados. Yo había
superado la fantasmagórica fiebre en menos tiempo y
con menos consecuencias gravosas, pero difícilmente lo
habría logrado 450 años antes en un pantano tropical
plagado de mosquitos.
En cualquier caso, lo tenía claro: mi enfermedad
había sido algo así como la sombra de la que se
describía en el libro. La manera en la que esa sombra
había caído sobre nuestro mundo era una cuestión
secundaria. ¿Me habría contagiado al sostener las
páginas con la mano, porque bacterias antiquísimas, ya
secas, habían despertado al cabo de los siglos de su
sueño de bellas durmientes? Había oído que las esporas
de los hongos pueden aguantar varias décadas en un
entorno favorable.
Tal vez no se pudiera excluir la posibilidad de que
la crónica tuviese un efecto hipnótico en personas
sensibles como yo. En cualquier caso, tenía que hacer
acopio de valor y confesarme que me había complicado
la vida con un libro que no era común...
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