Page 235 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Había encontrado esa mancha debajo de una
página que no estaba escrita hasta el final, más o menos
a la misma altura que el feo Chaac con el que concluía el
segundo capítulo; tal vez por ello la había confundido
en un primer momento con una ilustración. En las
manchas, como en las nubes, se pueden distinguir
infinitas formas, como sabe todo el mundo que ha
tenido que hacer el test de Rorschach en el consultorio
de un psicólogo. Lo que a un paciente le parece una
mariposa, otro lo interpretará como el hongo de una
explosión nuclear, y un tercero verá dos hermanos
siameses de perfil. El invento de Rorschach no es más
que una especie de diapasón para el alma humana.
A la vista de mis propias percepciones, debía de
tener el alma desafinada. En ocasiones me pareció
evidente que la mancha oscura no era más que un
borrón sin sentido, igual que las marcas de tinta china
que se emplean para el test psicológico; en otros
momentos, sus líneas trazaban de manera inequívoca la
silueta de un animal fantástico. La homogeneidad de la
sangre seca hacía que la imagen fuera todavía más
turbadora e irreal: no se distribuía de una manera
irregular que se pudiera confundir con formas diversas,
sino que parecía haberse extendido por sí misma sobre
el papel, y que éste se la hubiera bebido al instante.
Tuvo que pasar un rato para que distinguiera unas
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