Page 267 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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nación entera.
La Historia es como la gorgona Medusa: bajo su
mirada, todo muere y queda petrificado. Rostros que en
otro tiempo estuvieron llenos de vida, llenos de dolor,
alegría, pasión y angustia, se congelan en una mueca
heroica que pervivirá por siempre. Todos los colores de
verdad —rosa, verde, azul celeste, pardo, rubicundo,
rubio pajizo— se esfuman, y en su lugar comparecen
dos tonalidades sin vida: un deslumbrante blanco
marmóreo para los guías de la nación, gris granítico
para sus seguidores.
Los guerreros de piedra de la Gran Guerra
Patriótica que han surgido por todo el país tenían algo
de cadáveres de mariposa clavados con alfileres. Los
unos tienen que preservar su belleza y elegancia, y los
otros procurar que el heroísmo y el espíritu de sacrificio
no caigan en el olvido. Pero los estados de ánimo no se
preservan en formol. Cuando los niños de hoy en día
recitan La gloria de los héroes, a duras penas comprenden
lo que dicen. El verdadero recuerdo de todas las
guerras se prolonga únicamente durante tres
generaciones. Si se quiere comprender lo que significó
una guerra para quienes la vivieron, tienen que contarla
ellos mismos, y, si es posible, que se la cuenten a un
niño que reposa sobre sus rodillas. Los tataranietos no
conocerán a los soldados que lucharon en ella. Tan sólo
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