Page 269 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Todos los monumentos y placas conmemorativas
que se encuentran por las esquinas me hacen pensar en
otras tantas urnas... pero no para las cenizas, sino para
las almas de los viejos condecorados que han dejado ya
su cuerpo. Sin embargo, el escultor que ha esculpido en
piedra a todos los héroes de la guerra trabaja sólo por
su sueldo. El político que preside la ceremonia de
inauguración del monumento piensa en su amante
mientras hace el discurso. Y los niños que dejan flores a
los pies del monumento piensan sobre todo en no
tropezar cuando les toque retroceder, porque es una
fiesta importante, aun cuando ellos mismos no sepan
por qué. Reconocer entre el granito y el mármol una
cara que conociste hace tiempo, que viste por última
vez hará seis o siete décadas antes de ir a la batalla y
echarte a llorar... eso sólo pueden hacerlo los veteranos
de guerra. Dentro de muy poco no quedará ya ninguno,
y la urbe se transformará por fin en un jardín de piedra
despojado de todo sentido y utilidad.
El trolebús dio una sacudida, empezó a traquetear y
se puso en marcha. Yo aún estaba sentado, sin
moverme, y mis ojos, como helados, miraban por el
círculo transparente que atravesaba el cristal
emblanquecido y se hacía cada vez más pequeño.
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