Page 64 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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la ciudad de Mayapán; pero después de que los reyes
perdieran el trono y murieran ejecutados, y la ciudad fuera
destruida y sus habitantes la abandonaran, los guerreros del
norte se habían buscado nuevos señores a los que sirven hasta
el día de hoy.
Que sus señores, incluso en el día de hoy, varias décadas
tras la llegada de los españoles, gobernaban los parajes
prohibidos. Que no se sabía con precisión cómo se llamaban
éstos, pero que los hombres del norte que vigilaban esas
tierras recibían el nombre de Ab Canul, que significa
«protector», y que en la tierra entera de los mayas no había
nadie que los igualase en crueldad y osadía.
Por supuesto que Kümmerling no sabía nada sobre
territorios prohibidos, y aún menos sobre unos
guerreros que los habían vigilado durante varios siglos.
Pero, con todo, me fiaba de él mucho más que de Juan
Nachi Cocom. Para mí estaba claro que los dos guías
habían trazado un complot para llevar a los españoles a
la muerte. El ataque de los indios, tanto si se llamaban
Ab Canul como Dios sabrá el qué, era la segunda trampa
en la que caía la fuerza expedicionaria de los
conquistadores españoles. En una única refriega habían
perdido a nueve hombres; la partida se volvía más
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