Page 68 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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correspondería a él una parte de las riquezas que
saquearan? A él y a la Orden de los Franciscanos, ¿por
qué no? Al fin y al cabo, todos los medios financieros
que pudieran emplearse en la ampliación del
monasterio ya existente o en la edificación de uno
nuevo serían bienvenidos. Seguramente era ése el
motivo por el que había enviado a fray Joaquín con los
saqueadores: tenía que proteger los intereses de la
orden. No se podía confiar en gente como ésa; en
cuanto les dabas la espalda, te clavaban la daga hasta la
empuñadura. No cabía esperar franqueza ni
generosidad por su parte. En cuanto divisaran la cima
del templo secreto y su fulgor bajo los rayos vespertinos
del sol, se olvidarían en seguida de su pequeña deuda
para con fray Diego de Landa y de su amor por la Santa
Virgen María. Se trataba de gentes arteras, eso estaba
claro.
¿O no estaba claro? Podía ser que los manuscritos
que habían ido a buscar tuvieran por sí mismos un
valor para fray Diego de Landa, y que éste hubiera
seducido a los conquistadores con la promesa de
tesoros legendarios, encerrados en la cámara secreta de
un templo medio derruido, junto con el texto que los
indios habían escrito sobre corteza de árbol y tiras de
cuero. «¡Traedme los manuscritos, y el resto os lo
podéis quedar!» ¿Y los guías indios? ¿Sólo aspiraban a
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