Page 63 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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porque, si no se producía un portento divino, morirían sin
remedio.
Que ese día nos detuvimos de nuevo y rezamos por la
mejoría de nuestros compañeros. Que, con todo, nuestras
plegarias no fueron oídas, y los cuatro heridos fallecieron, o
bien en esa misma noche, o bien en la siguiente. Que antes de
morir chillaron, como si el diablo mismo hubiera venido a
llevárseles el alma.
Que algunos de los nuestros, a la vista de estas muertes,
perdieron el ánimo y afirmaron de nuevo que la misión que
nos habían confiado nos conducía a la perdición. Que tanto
yo mismo como Vasco de Aguilar y fray Joaquín pensábamos
en el significado que tendría su cumplimiento para el
reforzamiento de la Santa Iglesia y el afianzamiento del
dominio español sobre Yucatán, y que por ello estábamos
convencidos de que teníamos que seguir adelante.
Que en uno de esos días, estando yo sentado junto a la
hoguera, nuestro guía Juan Nachi Cocom vino a mí y me dijo
que habíamos llegado ya a los parajes de los que me había
hablado, y que la misión de los indios que nos habían atacado
era impedirnos la entrada en el territorio. Que no dominaban
la lengua de la península de Yucatán, puesto que habían
llegado desde otras tierras hacía cientos de años, de muy lejos,
desde el norte, y que se decía de ellos que habían sido durante
trescientos años guardianes de la corte de un poderoso rey de
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