Page 229 - STARMAN'S QUEST - Silverberg Robert
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en la hamaca, la cual se movía suavemente de un
lado a otro. Desde la torre de control dieron la or‐
den de despegue. Alan, impaciente, esperaba que se
oyera el ruido de la aceleración.
Al hacerse audible, la nave empezó a dar sa‐
cudidas, luchó con la gravedad por un momento y
luego despegó de la Tierra.
Un rato después vino el silencio repentinamente,
al enmudecer las turbinas. Lo rompieron las
turbinas laterales al ponerse a funcionar y dar
movimiento de barrena longitudinal a la pequeña
nave. La gravedad artificial empezó a desempeñar
sus funciones. El despegue había sido perfecto. Ya
sólo restaba esperar que se acercase Venus.
Los días pasaban. Alan experimentaba, alter‐
nativamente, estados de melancolía y de euforia.
Cuando se sentía melancólico se decía que ese viaje
a Venus era una locura, que Cavour había sido un
paranoico y que la navegación hiperespacial era el
sueño de un idiota.
Pero en sus momentos de alegría se imaginaba
que iba a encontrar la nave de Cavour, y él cons‐
truiría una flota movida por la hiperpropulsión. ¡Se
podría llegar a las lejanas estrellas casi instan‐
táneamente! Como había dado la vuelta a la Tierra
hacía dos años, así daría la vuelta a las galaxias.
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