Page 78 - STARMAN'S QUEST - Silverberg Robert
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empleo de robots pregoneros y propagandistas. ¿De
veras no quieres entrar?
También en el semblante del hombre se pintaba
la incredulidad.
—Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Aunque hubiese querido entrar, ahora no quiero;
porque su robot no tiene maneras de tratar a la
gente; me ha agarrado del brazo y…
—¡Cuidado, joven! Sin chillar. Tu manera de
hablar es propia de personas que no saben alternar.
Te puede costar un disgusto. Entra, juega una vez o
dos, y te perdonaré lo que has hecho. Ni siquiera te
haré pagar los gastos de reparación de mi em‐
pleado.
—¡Hacerme pagar Lo que tendría que hacer yo
!
es denunciarle por obstruir la calle. He dicho no sé
cuantas veces a su robot que no quería perder el
tiempo jugando en la casa de usted.
—¿Por qué?
—El porqué no le importa a usted. ¡Hemos con‐
cluido!
Resoplando de rabia, Alan se alejó de aquel sitio.
Pero antes oyó decir al hombretón:
—¡Guárdate de que te vuelva a ver por aquí,
cochino astronauta!
Pensaba Alan que sucedían allí cosas muy raras.
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