Page 76 - STARMAN'S QUEST - Silverberg Robert
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propaganda del robot. A bordo, nadie obligaba a
nadie a hacer las cosas. Si a uno le decían que tenía
que hacer un trabajo, lo hacía sin rechistar. Estando
franco de servicio, uno podía hacer lo que se le
antojase.
—¡No quiero jugar! ¡No quiero probar suerte!
La cara de vanadio, sin manchas, del robot, no
expresaba sentimiento alguno.
—No está bien esa actitud de usted, amigo. Jue‐
ga todo el mundo.
Sin hacerle caso, Alan echó a andar hacia ade‐
lante; pero el robot se puso delante del joven para
no dejarle pasar.
—Entre, aunque sólo sea una vez.
—Mira; soy un ciudadano libre y no quiero que
me obliguen a hacer cosas así. Apártate de mi
camino y déjame en paz, si no quieres que te tire el
abrelatas a la cabeza.
—No es correcta su actitud. Se lo ruego, como
amigo.
—Como amigo, te ruego yo que no me molestes
más y me dejes marchar. No tienen ningún derecho
a poner una máquina en la calle para molestar a la
gente — replicó el encolerizado Alan.
El muchacho anduvo unos pasos más y el robot
le asió de la manga de la chaqueta.
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