Page 463 - Una orbita cerrada y compartida - Becky Chambers
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Se desabrochó el cinturón de seguridad y corrió hasta
la cabina principal.
—¡Jane! —Lechuza la llamó—. Jane, espera hasta que
nos hayamos estabilizado.
Jane no hizo caso. Corrió con piernas temblorosas
hasta la pantalla de al lado de la esclusa, la que solo
usaba durante uno o dos minutos para ver qué
tiempo hacía. No quería volver a ver el vertedero en
cuanto lo abandonaba, no quería encenderla para ver
a un perro o a una Madre devolviéndole la mirada.
Pero ahora…
—Enciéndela —dijo Jane—. Por favor. Necesito ver.
La pantalla se encendió con un parpadeo. El único
planeta que había conocido estaba debajo. Las nubes
se agolpaban en cúmulos, pero vio a través de
algunos huecos entre ellas el vertedero, las fábricas y
tierra cicatrizada que se extendía hasta… ¡el mar!
Había mar ahí abajo, de un tono enfermizo
anaranjado y grisáceo. Pero los colores se
desvanecían gradualmente en un profundo y
apabullante azul. La lanzadera siguió su trayectoria
en torno al planeta, usando la gravedad para escapar
de la órbita. Los mares tocaban tierra, y Jane vio
ciudades: titilantes, intrincadas, salpicadas de verde.
Estaban tan lejos de los vertederos que ninguno
sabría jamás de la existencia del otro. Uno podría
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