Page 568 - Una orbita cerrada y compartida - Becky Chambers
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LECHUZA, UN ESTÁNDAR MÁS TARDE
MUCHAS culturas, sin importar la galaxia donde se
hubieran originado, tenían mitos que hablaban sobre
la vida en el más allá: una existencia inmaterial que
espera tras la muerte, generalmente presentada
como recompensa; un santuario. Lechuza llegó a
pensar que era una idea dulce. Nunca imaginó que
experimentaría una.
El día siguiente era un día importante para Sidra, y
todos ayudaban lo mejor que podían. Tak colocaba
sillas multiespecie alrededor de las mesas mientras
trataba de figurarse qué distribución sería la más
apropiada. Pepper estaba subida en una escalera y
arreglaba los fusibles de un panel de luces. Azul
pintaba los últimos toques del cartel que colgaría
sobre la puerta frontal, fuera de la vista de las
cámaras externas de Lechuza.
«HOGAR —decía el cartel—. Un lugar para la
relajación y la compañía».
Lechuza hizo girar una de las cámaras internas para
centrarla tras la barra, donde estaba el núcleo
corporal de Sidra, inquieta como era de esperar.
—Creo que no he pedido bastante mek —dijo. Se
mordió el labio y frunció el ceño.
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