Page 30 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
P. 30

nada. Todavía nos hundiríamos más. —Exhaló un


            profundo suspiro—. Por otra parte, ¿qué diferencia


            ves? No han averiguado nada.


                   —¡Scott,  ese  médico  dijo  que  podían  ser


            necesarios varios meses! Ni siquiera les has dejado


            concluir sus pruebas. ¿Cómo puedes…?


                   —¿Qué creen que voy a hacer? —explotó él—.



            ¿Seguir permitiendo que jueguen conmigo? ¡Oh!, tú


            no  has  estado  allí,  no  has  visto  nada.  ¡Son  como


            niños  con  un  juguete  nuevo!  ¡Un  hombre


            menguante,  Dios  Todopoderoso,  un  hombre


            menguante!  Hace  que  sus  ojos  se  iluminen.  Lo


            único que les interesa es mi «increíble catabolismo».


                   —¿Qué  diferencia  supone  eso?  —preguntó


            ella—.  Siguen  siendo  de  los  mejores  médicos  del


            país.



                   —Y de los más caros —replicó él—. Si están tan


            maravillosamente  fascinados,  ¿por  qué  no  se


            ofrecieron a cuidarme gratis? Incluso se lo pregunté


            a uno de ellos. Oh, cualquiera hubiese pensado que


            estaba insultando la virtud de su madre.


                   Ella  no  dijo  nada.  Su  pecho  subía  y  bajaba  a


            causa de la agitada respiración.



                   —Estoy harto de que me examinen —prosiguió


            él,  sin  querer hundirse  de nuevo  en  el incómodo


            aislamiento del silencio—. Estoy harto de pruebas


            de metabolismo basal y proteínas; harto de beber






                                                                                                            30
   25   26   27   28   29   30   31   32   33   34   35