Page 267 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Él la estrechó fuertemente entre sus brazos.


                   —¡Oh!,  Dios  mío,  ser  un  hombre  otra  vez  —


            murmuró—. Ser un hombre otra vez. Abrazarte así.


                   —Sí. Abrázame así. Hace tanto tiempo…


                   Al cabo de unos minutos, Clarice le llevó al sofá


            y  se  sentaron,  con  las  manos  apretadas  y  una


            sonrisa en los labios.



                   —Es extraño —dijo ella—, pero me siento muy


            cerca de ti. Y, sin embargo, no te había visto en mi


            vida.


                   —Debe  ser  porque  somos  iguales  —dijo  él—,


            porque  compartimos  la  misma  vida  y  la  misma


            tristeza.


                   —¿A qué te refieres? —murmuró ella.


                   Él levantó la vista de sus zapatos.


                   —Estoy  tocando  el  suelo  con  los  pies  —dijo



            pensativamente.  Su  risa  estaba  cargada  de


            melancolía—. Es una tontería —añadió—, pero es


            la primera vez en mucho tiempo que toco el suelo


            con los pies estando sentado. ¿Sabes…? —le apretó


            la mano—. Claro que lo sabes, naturalmente que sí


            —dijo.


                   —Has hablado de tristeza —dijo ella.



                   Él        contempló                 un         momento                 su        rostro


            preocupado.


                   —¿Acaso  no  lo  es?  —preguntó—.  ¿Acaso  no


            somos dignos de lástima?






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