Page 271 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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—Diez minutos, Clar.
Ella se dispuso a contestar, pero el hombre ya se
había ido. Permaneció unos momentos con los ojos
clavados en la puerta. Finalmente, se volvió hacia
él.
—Sí, no hay duda de que se asustaría —dijo.
De pronto, las manos de Scott aumentaron su
presión sobre los brazos de la muchacha y la
expresión de su rostro se endureció.
—Voy a decírselo —manifestó—. No te dejaré.
No te dejaré.
Ella se lanzó a sus brazos con pasión.
—Sí, díselo, díselo —rogó—. No quiero que
sufra, no quiero que se asuste, pero díselo. Dile lo
que ocurre, dile lo que sentimos. No podrá decirte
que no. No creo que lo haga cuando…
Se apartó de él y se levantó, respirando
agitadamente. Sus dedos temblorosos recorrieron
el vestido de arriba abajo, desabrochando botones.
El vestido se deslizó, siseando, de sus hombros
marfileños, deteniéndose en la curva de sus brazos
doblados. Llevaba una ropa interior muy fina que
se adhería a los contornos de su cuerpo.
—¡Díselo! —exclamó casi con ira. Entonces dio
media vuelta y corrió a la habitación contigua.
Él se puso en pie, con la vista clavada en la
puerta entreabierta que conducía a la habitación en
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