Page 327 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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emoción que sintió fue un total y absoluto asombro.


                   Aterrizó  sobre  el  almohadón  de  flores,  rebotó


            una vez y quedó tendido en completa inmovilidad.


                   Al  cabo  de  un  rato,  se  levantó  y  se  tocó  el


            cuerpo. No podía comprenderlo. Aunque hubiese


            aterrizado sobre el almohadón, había caído muchos


            centenares de metros. ¿Cómo era posible que aún



            estuviese vivo e ileso?


                   Estuvo  mucho  tiempo  tocándose  sin  cesar,


            incapaz de creer que no tenía ningún hueso roto y


            que sólo estaba un poco magullado.


                   Después  se  le  ocurrió:  su  peso.  Antes  estaba


            equivocado.  Creía  que  en  una  caída  sufriría  los


            mismos efectos que cuando medía y pesaba lo que


            un  hombre  normal.  Estaba  equivocado.  Tendría


            que haberse dado cuenta. ¿Acaso no se podía dejar



            caer una hormiga desde casi cualquier altura y ver


            cómo ésta se alejaba del punto de la caída?


                   Meneando pensativamente la cabeza, se dirigió


            hacia uno de los fragmentos de pan y lo llevó hasta


            la esponja. Entonces, después de haber bebido un


            buen trago en el interior de la manguera, trepó a la


            superficie de la esponja con su pan y devoró la cena.



                   Aquélla noche durmió en paz.

















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