Page 865 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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muchachos pastoreaban el escaso ganado esquelético, las

           ovejas, las vacas y cerdos que les quedaban. Aquí y allá


           en la procesión, un carro llevaba una jaula con pollos o

           gansos. Se vigilaba más el pan duro y la rara pieza de

           carne cruda que la ropa, las herramientas u otros bienes…


           incluso el burdo ídolo de madera sobre su carro relucía

           sin sentido. ¿De qué les habían servido los dioses a los

           ampsivarios?



                 Everard señaló:



                 —Ese viejo que va en cabeza —dijo—, ¿crees que es


           su jefe, Boiocalus?



                 —Como  Tácito  escribió  su  nombre  —contestó

           Floris—. Sí, claro que sí. En esta época no son muchos lo

           que  alcanzan  su  edad.  —Con  tristeza—:  Imagino  que

           lamenta lo que hizo.




                 —Y  pasar la mayor parte de  su vida  al  servicio  de

           Roma. Sí.



                 Una  joven,  realmente  una  niña,  pasó  frente  a  ellos

           acunando  a  un  niño  entre  los  brazos.  Lloraba  ante  un

           pecho  desnudo,  del  que  ya  no  fluiría  más  leche.  Un


           hombre de mediana edad, quizá su padre, que usaba una

           lanza  como  bastón,  mantenía  el  brazo  libre  listo  para

           ayudarla  cuando  se  tambaleaba.  Sin  duda  su  marido

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