Page 17 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 17

La penúltima verdad                           Philip K. Dick   17


           vacío;  le  han  chupado  todos  los  jugos  vitales  como  si

           hubiese caído en poder de una araña; de un mundoaraña,


           mejor  dicho,  o  antes  más  bien,  para  nosotros,  un

           submundo, una subaraña. Pero esto no le impedía seguir

           chupando  la  existencia  de  los  seres  humanos.  Incluso


           aquí abajo.

              Sin abandonar su inmovilidad supina, el viejo movió los

           labios:


              ‐Hola.

              ‐Hola,           viejo         cascarrabias                ‐  contestó           Nicholas,

           acercándose una silla al lecho‐. ¿Cómo te encuentras?


              Al cabo de un buen rato, como si hubiese  necesitado

           todo aquel tiempo para que le alcanzase el sentido de las


           palabras de Nicholas ‐como sí hubiera sido un largo viaje

           espacial‐, el viejo mecánico dijo:

              ‐No muy bien, Nick.


              «No sabes lo que tienes ‐pensó Nicholas‐. A menos que

           Carol te lo haya dicho desde la última vez que hablé de ti


           con  ella».  Miró  al  viejo  mecánico  preguntándose  si  lo

           sabría instintivamente. La pancreatitis era una dolencia

           mortal casi en el cien por cien de los casos; Carol se lo


           había dicho. Pero, por supuesto, nadie quiso decírselo a

           Souza, porque aún podía ocurrir un milagro.

              ‐Te  pondrás  bien ‐le  dijo  Nicholas  sin  demasiada


           convicción.

              ‐Oye, Nick: ¿cuántos robots hemos hecho este mes?







                                                                                                              17
   12   13   14   15   16   17   18   19   20   21   22