Page 86 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   86


           quien  se  acababa  de  levantar  y  se  dirigía  con  paso

           vacilante, apoyándose en una muleta de magnesio, hacia


           la puerta del despacho, mascullando algo entre dientes.

              ‐Te juro que escribiré los artículos ‐dijo Adams, mirando

           fijamente  hacia  la  ventana‐  pero  si  no  es  él,  le  pondré


           sobre aviso.

              Se volvió entonces hacia Lindblom para ver cuál era su

           reacción.


              Aunque  le  había  oído,  Lindblom  no  mostró  reacción

           alguna.

              Su reacción se produciría tarde o temprano; y Joseph


           Adams conocía a aquel hombre, que era su amigo íntimo.

           Había trabajado tantos años con él, que le tenía plena y


           absoluta confianza.

              Sería  una  reacción  muy  fuerte.  Después  de  intensas

           reflexiones, Verne Lindblom probablemente se mostraría


           de acuerdo con él, y seguramente le ayudaría a encontrar

           un medio de advertir a Runcible sin dejar una pista que


           los agentes de Brose pudieran seguir: los agentes de Brose

           y los detectives particulares de Foote que colaboraban con

           ellos. Por otra parte...


              Tenía que enfrentarse con el hecho; se enfrentaba con él

           ya.

              Ante  todo  Verne  Lindblom  era  un  hombre  de  Yance.


           Esto se anteponía a cualquier otra consideración.

              Su reacción podía ser la de denunciar a Adams.







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