Page 123 - Limbo - Bernard Wolfe
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quiera decir «Man»... hombre.



                  Martine volvió a señalar los


                  planos citoarquitectónicos.


                  —¡Ahí  está!  —dijo—.  Escondido  como  una


            tortuga bajo su caparazón, arrugado, negándose a


            revelar  sus  secretos.  A  veces  balbuceará  un


            kilómetro  en  un  minuto...  todos  lo  habéis  oído


            chirriar en el encefalógrafo... pero en el momento



            en que le hagáis una simple pregunta acerca de


            cómo  se  encuentra,  se  enfurruña  y  no  quiere


            hablar.  Ese  es  su  secreto,  pretende  mantenerlo


            sólo  para  sí  mismo,  nuestro  viejo  cerebro.  Es


            demasiado  inteligente  para  ser  un  charlatán.


            Examinadlo  bien,  todos  vosotros.  Bajo  esas


            arrugas  están  todos  los  secretos,  y  todas  las


            respuestas... a la guerra, al orgasmo, a la locura


            homicida, al arte. Pero es muy difícil arrancarle



            alguno de sus secretos y respuestas. Oh, es una


            vieja cebolla taciturna, nuestro cerebro.


                  Se  sentía  de  nuevo  un  poco  acorralado  y


            aturdido, sus pensamientos iban al mismo tiempo



            en todas direcciones, como zumbantes ruedas de


            fuegos artificiales, tenía que calmarse.


                  —Muy bien —dijo—. Hemos estado abriendo


            cráneos en esta caverna durante dieciocho años.


            Todos  vosotros  sabéis  cuántos  cerebros  hemos



                                                                                                      123
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