Page 130 - Limbo - Bernard Wolfe
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sin guerra.



                  Si eso ocurría, era posible que se estableciera


                  una tercera fecha en la historia mandunji.


            Eso era algo que había que anticipar„, quizá sin


            demasiada ansiedad.



                  Rembó  bajó  el  primero  por  el  estrecho  y


            serpenteante  sendero,  llevando  la  linterna.


            Ninguna  señal  de  los  miembros‐raros.  Fue  un


            largo  descenso,  pero  finalmente  llegaron  al


            pequeño  embarcadero  en  el  que  se  alineaban


            docenas  de  botes  de  pesca  convenientemente



            amarrados...  en  una  pequeña  caleta  cuya  boca


            estaba  casi  completamente  oculta  desde  el


            exterior  por  urna  densa  maraña  de  ramas  y


            enredaderas. El esbelto catamarán azul y blanco,


            con sus desgarbados flotadores, la mayor de laS


            embarcaciones, se mecía pacíficamente a la luz de


            la luna; Rembó se detuvo cuando lo alcanzaron, y



            un momento más tarde Martine se le unía en el


            muelle.


                  —¿Comprendiste mi conferencia? —preguntó


                  Martine.



                  —Algo. No entendí todas las palabras. Tengo


                  que comprender más, tengo que estudiar.


                  —Bien.  —La  luz  de  la  luna  se  filtraba  en  la



            hondonada,  podía  vislumbrar  el  bronceado  y

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