Page 61 - Limbo - Bernard Wolfe
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Capítulo 4






                  Permanecían  tendidos  sobre  las  planchas  de


            espuma de caucho (recuperadas de los asientos


            de un diván de un salón de cóctel de Pretoria), sus


            cuerpos apenas tocándose. Al cabo de un rato ella


            tendió  un  brazo  y  encendió  otro  cigarrillo  de


            ganja.



                  La luz de la luna penetraba a raudales por la


            abertura  en  la  pared  más  alejada,  un  rocío  de


            polvo  perlino  que  cruzaba  sus  cuerpos  justo


            encima  de  las  rodillas;  Martine  estudió  las  dos


            piernas yuxtapuestas. La de ella era de un moreno


            tostado, un moreno castaño y de hoja de tabaco



            seca,  salpicado  de  bronce;  la  de  él,  tras  todos


            aquellos  años  de  exposición  a  un  sol  brutal,


            seguía  siendo  la  pierna  de  un  hombre  blanco,


            pobre en melanina, yesosa, descarada. Una pierna


            presumida.  Arrogante.  Exhibiendo  su  palidez


            como una blanca marca de asepsia, un halo. La


            carga del hombre blanco era ante todo su palidez.



                  El cuerpo de Ooda seguía temblando todavía,


            podía  sentirlo.  Con  ella,  la  agitación  siempre


            adquiría una cualidad motora. Esta vez había sido


            fuerte.



                  Y así, finalmente, tras siglos de sahibismo, esas


                                                                                                         61
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