Page 75 - Limbo - Bernard Wolfe
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incrementaba la presión. El milagro de la carne:
flexible en el exterior, acero por dentro, una
aprendía eso en el pecho. Ella permaneció tendida
de espaldas sin moverse, plegándose a la fuerza
superior de él pero dando a entender que iba a
vencerle con otra estratagema... la indiferencia.
—¿Pasividad? —dijo él—. Oh, no. Eso no es
propio de tí. No eres tan normal.
Cuanto más la acariciaba, más sentía la tensión
en el cuerpo de Ooda, mientras ella se esforzaba
por no reaccionar. Una parte del cerebro de
Martine, aún no entregado totalmente, aún
espectador, observaba la escena. Naturalmente,
pensó, todo aquello podía traducirse a términos
citoarquitectónicos. Un núcleo de eslabones en la
corteza cerebral y en las regiones talámicas
inflamaba las zonas erógenas e impulsaba a Ooda
punzándola con tridentes neurales a abrir las
piernas y a buscar el desahogo del dolor interno.
Pero sobreimpuesta a esta red libidinosa había
otra red antagónica de agresividad, activa
temporalmente por la cólera y la pena de su
inminente marcha, deseando neutralizar el deseo
que intentaba surgir en ella. Resultado: una
excitación y una frialdad simultáneas, un deseo‐
rechazo, una necesidad‐ náusea. El sexo y la
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