Page 346 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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había desaparecido de la vista. Sus pasos
golpeando contra los peldaños metálicos sonaban
en alguna parte por debajo de Joe.
—¡Por Dios, Allen, espera!
Descendió por los escalones saltándolos de dos en
dos. La pared se había agrietado y la luz del día
entraba como un dios vengativo que arrojaba con
furia llamaradas incandescentes sobre la escalera.
Sus pies levantaban nubes de polvo y ceniza.
—¡ALLEN!
De pronto, Allen chilló.
—¡ALLEN!
—¡JOE!
Saltó los seis escalones del siguiente tramo, y
cuando giró, vio a Allen retrocediendo,
visiblemente asustado, al final de la siguiente
escalera.
—¡JOE, SOCORRO!
Joe bajó hasta él, con el corazón desbocado. Allen
estaba mirando algún punto de la pared desnuda.
—¡ALLEN!
Pero Allen seguía retrocediendo, con los brazos
extendidos y un rictus de horror en la cara. Ni
siquiera lo miró; atravesó la pared andando de
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