Page 351 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—Eso es, Joe… —dijo, con una sonrisa torcida en el
rostro—. Lo has dicho muy bien. Estoy muerto,
¿verdad?
—Eso es —dijo Joe, inquieto.
David empezó a avanzar hacia él. A medida que
acortaba la distancia, sus ojos se abrían de manera
desproporcionada y los labios se retiraban
mostrando una hilera de dientes. Joe se mantuvo en
su sitio, intentando convencerse de que el auténtico
David Wright estaba enterrado detrás de su cabaña,
allí en el bosque, que entonces le parecía a diez
millones de años luz de distancia. En el último
momento, sin embargo, el miedo lo superó. Joe se
echó hacia atrás. David lo cogió de la ropa en vez
de alcanzarle el cuello como era su objetivo.
El contacto de aquellas manos con su cuerpo le
produjo un nuevo ramalazo de terror. Joe cayó
hacia atrás, con David subido a horcajadas encima
de él. En ese momento de confusión, Joe se encontró
pensando en la pistola de clavos. Había tenido la
oportunidad de dispararle, pero se había
traicionado a sí mismo. ¡Oh, había estado tan
seguro de haber escuchado su voz cuando entraron
en la cueva! ¡Siempre había sido él! Los ruidos que
habían escuchado, todo lo demás, ¡siempre había
sido David Wright!
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