Page 349 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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inmerso en una especie de decorado fantástico
sacado de una película de piratas, con sus cabos de
cuerda gruesa recubierta de algas recorriendo el
suelo de madera. Pero era real. Estaba allí.
Una bandada de gaviotas salió volando y
graznando de algún lugar cercano, cruzó por
encima de la proa de uno de los galeones y
desapareció de su vista. Joe se volvió hacia la fuente
del sonido.
—¿Allen? —preguntó.
¿Habría «saltado» Allen con él? Si era así, ¿qué era
lo que lo había asustado?
No. Aquel era un paisaje que parecía sacado de un
parque temático de inspiración caribeña. Solo
faltaba la música y algún restaurante con camareros
tocados con sombreros adornados con calaveras y
tibias cruzadas. No había nada allí que diese miedo.
«Excepto la luz —pensó distraídamente—. La luz
del faro. Si esto es el siglo XVIII, ¿qué clase de
combustible podía hacer por entonces que algo
brillase de esa forma?».
Empezó a andar por el puente. Suponía que la clave
de todo era… avanzar. No sabía si estaba
moviéndose en la dirección correcta, pero no podía
hacer otra cosa. Sus pasos eran vacilantes; le
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