Page 371 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Era la pistola de clavos: el demonio la tenía en su


            poder.



            —Allen…  —exclamó.  Quería  avisarle,  advertirle,


            pero  no  pudo  decir  nada  más:  la  espalda  le


            castigaba con latigazos de verdadero calvario, y la


            cabeza le latía como los tambores que incitan a una


            danza tribal. Cerró los ojos y apretó los dientes, y



            mientras  escuchaba  a  la  mujer  proferir  gruñidos


            animales,  sintió  que  se  iba,  que  se  desconectaba,


            deslizándose por la pendiente de la consciencia a


            un abismo oscuro y profundo.



            Luego ya no supo más.




            ¡Dolor!



            Joe  abrió  los  ojos,  despertando  a  un  cataclismo


            blanco. Lanzó un grito ronco que sonó inhumano y


            lastimero a un tiempo.



            —¡Joe!




            Recorrido  por  un  espasmo  incontrolable,  Joe


            palmeó  el  aire  con  ambas  manos,  intentando


            zafarse. «¡Joe, Joe!». Sintió miedo y se sintió débil e


            impotente en su ceguera y su suplicio.



            —¡Joe, tranquilo!



            Luego sus ojos recuperaron por fin algo de visión.


            Allí,  difuso  y  rodeado  todavía  de  una  neblina








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