Page 412 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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que no hay factores variables como el viento, y que
los clavos parecen autopropulsados en ese
ambiente extraño, pero disponer de solo tres
intentos le supone una gran presión. Aun así,
apunta con tanto cuidado como puede y… dispara.
El corazón, asentado en su trono borgoña,
permanece inalterado.
Joe no sabe si el disparo ha tenido éxito o no. Está
demasiado lejos y el corazón es demasiado
pequeño para decirlo. Empieza a sentirse en
peligro, la misma sensación que cuando estaba
sentado en el tubo. El archidemonio va en su
búsqueda, y Joe lo sabe. Vuelve a apuntar. Le da
rabia no haber sacado ningún aprendizaje del
primer tiro… no sabe si apuntar más alto, o más a
la izquierda, o si por el contrario, el disparo fue
bueno pero insuficiente. Decide apuntar un poco
más bajo y vuelve a accionar el gatillo.
Pero de nuevo, el corazón, asentado en su trono
borgoña, permanece inalterado.
Joe siente cómo se le eriza el vello de los brazos. La
imagen misma parece doblegarse a alguna
voluntad extraña y se cimbrea, se desdibuja. Lo
tiene casi encima y lo sabe.
Y entonces hace un último disparo.
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