Page 411 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Cae  al  suelo  y  hunde  la  cara  en  la  porquería


            púrpura. Al tacto semeja una masa de arroz echada


            a perder por el calor del verano, pero huele mucho


            peor,  a  marisco  podrido.  Joe  se  incorpora  como


            puede, con los ojos anegados en lágrimas, y sabe


            que ha llegado a su marca final. No puede dar ni un


            solo paso.




            El  archidemonio,  mientras  tanto,  lo  descubre.


            Divisa la mitad superior de su cuerpo y acelera, a la


            caza.  Sus  apéndices  negros  parecen  hincharse  y


            sacudirse con mayor velocidad.



            Mientras  tanto,  Joe  prepara  la  vieja  pistola.  Está


            manchada de lodo y de la mugre púrpura con olor


            a marisco, pero todavía se siente bien en las manos.



            Sin embargo, comprueba apesadumbrado que pesa


            demasiado. Aún le tiembla el pulso por el esfuerzo


            que  ha  realizado  con  los  brazos  y  sabe  que  será


            incapaz de hacer un disparo certero, pero eso no lo


            frena; lentamente, se apoya y se deja caer sobre una


            de las bolsas y siente un alivio inmediato. Luego,


            acopla la pistola, apunta con cuidado y acaricia el



            gatillo.



            Joe  contiene  la  respiración.  Sabe  que  el


            archidemonio debe estar por ahí, a su espalda, pero


            no  puede  permitirse  pensar  en  ello.  Se  concentra


            tan solo en apuntar. Se dice que es un tiro sencillo,





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