Page 57 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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—Jesús. Tenemos que dejar de vernos así.



            Se dio la vuelta para intentar conciliar el sueño.



            —Vamos, gandul —espetó Pete—. Hoy es nuestra


            excursión.



            Joe dejó caer algunos argumentos, pero ninguno le



            sirvió de nada. En media hora se encontró vestido


            y  colocándose  una  pequeña  mochila  que  el  viejo


            Herron  había  traído  para  él.  Era  de  loneta  dura,


            como  de  carromato  viejo,  sin  ninguna  marca


            visible. Parecía diseñada para resistir los envites de


            una guerra.



            —Sé  que  no  tienes  ropa  de  abrigo,  así  que  tengo



            para ti en el coche —dijo Pete.



            La  excursión,  sin  embargo,  no  comenzó  con  una


            caminata  como  Pete  había  esperado.  En  lugar  de


            eso, cogieron el coche y marcharon por carreteras


            secundarias.  La  agradable  temperatura  en  el


            interior  del  vehículo  y  el  viejo  runrún  del  motor


            hicieron que Joe pasara la primera parte del viaje



            dormitando.



            Cuando  abrió  los  ojos  y  miró  el  reloj  del  coche,


            habían pasado casi dos horas y media.



            —¡Cielos,  Pete!  ¿Aún  no  hemos  llegado?  —


            preguntó, algo malhumorado. Le dolían la espalda



            y el culo; el asiento de aquel viejo coche no era lo




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